Urbasa I - El hayedo encantado

Habitado al menos desde el achelense superior, como así lo atestiguan los bifaces encontrados, este parque natural parece existir ajeno a cuanto lo rodea. Adentrarse en sus hayedos, como veremos a continuación, es una experiencia mágica. Visitamos Urbasa y su bosque encantado.

Recomendamos visitar este parque en otoño, dónde dependiendo de la semana el bosque cambiará por completo. Lo ideal es la última semana de octubre y las primeras de noviembre. Imprescindible botas y chubasquero.

El agua y el bosque

Urbasa toma su nombre del euskera, de la unión de agua ("Ur") y bosque ("Basa"). Se trata de una meseta kárstica de más de 11.000 hectáreas, que con una altura media de mil metros actúa como un colector de precipitaciones. Recibe de forma anual entre 1300 y 1800 mm., durante el invierno en forma de nieve, lo que le permite tener unas reservas subterráneas superiores a la capacidad actual del pantano de Yesa.

Esa pluviosidad queda almacenada en un gran acuífero, con una capacidad de 100 kilómetros cúbicos, que se alimenta de filtraciones, sumideros, simas y dolinas, encontrando principalmente su salida en el nacimiento del río Urederra.

El acceso al parque desde Olazagutía se realiza a través de este puerto, de curvas imposibles.

Tres cuartas partes de sus bosques son hayedos, aunque encontraremos otras especies como arces y tilos. El follaje de las hayas, que proyecta tupidas sombras, no permite una gran riqueza del suelo, por lo que no encontraremos casi sotobosque, más allá de helechos, enebros y brezos. Esto no deja de ser una ventaja para los visitantes, que pueden perderse por sus misteriosos bosques con comodidad.

Es habitual encontrar estos pequeños burros en el parking. Esperarán pacientes a que abras el maletero del coche, para acercarse en busca de pan recién hecho.

Urbasa también es un paisaje ganadero. Pequeñas cabañas de ovejas, vacas, caballos, burros, ... dan la bienvenida al visitante con parsimonia, ya que están más que acostumbrados al turismo. Los encontrarás pastando en el raso, ajenos también a cuanto rodea este macizo montañoso. 

El hayedo encantado

Hay tres excursiones imprescindibles que realizar en este paraje natural; El hayedo encantado, el nacimiento del Urederra y los dólmenes más representativos. Las fotografías de este primer reportaje corresponden a la primera. Las tres pueden verse en un sólo día, aunque no es recomendable. Todo dependerá de tu estado de forma.

Hayedo de Urbasa.

El acceso al hayedo encantado es sencillo y no presenta ninguna dificultad. Se trata de un rincón donde el musgo, las hayas y grandes rocas de formas imposibles son los protagonistas.

Grandes rocas emergen del suelo.

Se trata de un bosque muy húmedo, dónde la vegetación es la protagonista.

Poblado desde el achelense superior

Los restos más antiguos encontrados hasta el momento nos remontan al achelense superior, entre el 125.000 y el 100.000 a.C. Son bifaces de sílex, utilizados por estos grupos cazadores recolectores ya instalados en estos parajes.

La primera representación publicada de un bifaz, del año 1800.
(John Frere - Frere, John: "Account of Flint Weapons Discovered at Hoxne in Suffolk", in Archeologia, vol. 13.- London, 1800.- Pp. 204-205)   

También aparecen en Otsaportillo, en talleres de sílex al aire libre, raederas, cuchillos, puntas y lascas del Musteriense, atribuidas al hombre de Neanderthal, que cazaba en estos bosques hasta su extinción, alrededor del 35.000 a.C.

El musgo tapiza las rocas, creando formas imposibles, como la chimenea de la fotografía.

Del paleolítico superior (35.000 - 9.800 a.C) encontramos las mejoras propias del hombre de Cromagnon. Nuevas técnicas de tallado de piedra, más finas, nuevos materiales, como el hueso y el cuerno. Y herramientas más sofisticadas; arpones, agujas y puntas de hueso.

Otra forma extraña, que recuerda a un champiñón gigante de dos metros. Desconocemos qué importancia tendría este lugar en el pensamiento animista de los distintos grupos prehistóricos que habitaron este lugar, al menos desde hace 100.000 años.

Sin embargo, los vestigios más visibles que han llegado hasta nuestros días pertenecen al Bronce, al segundo milenio antes de Cristo. Son los dólmenes que veremos en el siguiente reportaje.

Encontraremos multitud de dolinas, hundimientos del terreno ya sea por pérdida de suelo o por el colapso de las cavidades subterráneas que horadan este macizo kárstico.

Hongos xilófagos. Estos hongos provocan grandes daños en el árbol, que generalmente termina muriendo. 

Son hongos duros, que se alimentan de la madera.

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