La tumba perdida del "Destructor de Bárbaros" - II - Castillo de San Esteban de Deyo



En 1600, el historiador Lope de Guillart explora esta fortaleza abandonada, en la localidad navarra de Villamayor de Monjardín. En las ruinas de su ermita, asegura haber encontrado lápidas de alabastro con inscripciones de elogio al rey Sancho Garcés, coronado, rey de Pamplona y Deyo, al que además acompaña la leyenda "Destructor de bárbaros".


Escaleras de acceso al castillo, que ascienden en semicírculo rodeando la peña.

San Esteban de Deyo

Actualmente conocido como Castillo de Monjardín, esta fortaleza del siglo X contempla desde sus 890 metros la localidad navarra con la que comparte nombre. Hasta el siglo XII será conocida como San Esteban de Deyo.

Puerta de acceso a la fortaleza. La campana de la ermita es de 1965.

Existen crónicas que apuntan a su toma por parte de las tropas de Carlomagno. También habría sido sitiado por el Emir Abd al-Rahman I de Córdoba. En el 909 será arrebatada a la familia Banu Qasi de Tudela (De orígenes hispanogodos, y convertida al Islam) por parte de Sancho Garcés, en una victoria de gran valor estratégico, que le permitirá consolidar sus territorios en la ribera del Ebro.

Torre y saeteras. Se trata de una construcción de marcado carácter defensivo.

De la antigua fortaleza sólo se conservan los muros y el aljibe. La ermita es posterior, dónde Lope de Guillart, y más tarde el historiador jesuita José de Moret, hallan en su altar el ara con referencias a Sancho Garcés I.

La fortaleza domina el acceso al valle del Ebro desde Pamplona, clave en la reconquista de los territorios ocupados, y tiene una vista privilegiada de la terra degensis de la que toma el nombre de Deyo.

La tumba del "Destructor de bárbaros"

Encontramos documentado en la Crónica Albeldense, manuscrito en latín de los siglos IX y X, el siguiente pasaje:

Patrimonio Nacional. Real Biblioteca del Monasterio de El Escorial - Códice Albeldense (RBME d-I-2, fol. 242v) 
https://rbme.patrimonionacional.es/s/rbme/item/13434#?xywh=-3041%2C0%2C8577%2C3743&cv=8

"En la era 944 (906), surgió en Pamplona un rey llamado Sancho Garcés. Fue inseparablemente devoto de la fe de Cristo, piadoso entre todos los fieles, misericordioso con los católicos oprimidos. ¿Qué más? Perseveró en todas sus obras. Beligerante contra las gentes ismaelitas, causó en muchas ocasiones estragos sobre los dominios sarracenos. Cruzando la parte de Cantabria, se apoderó de todas las fortalezas existentes entre la ciudad de Nájera hasta Tudela. Tomó posesión de hecho de toda la tierra de Deyo con sus fortalezas. Sometió bajo su autoridad la tierra pamplonesa y, asimismo, tomó todo el territorio aragonés con sus fortalezas. Una vez expulsados todos los malvados, dejó este mundo en el vigésimo año de su reinado. Sepultado en el pórtico de San Esteban fue sepultado, reina con Cristo en el cielo." 

Vista desde el exterior.

Su referencia a Deyo apunta a este castillo que hoy visitamos. Sin embargo, nunca han sido hallados, ni los restos de Sancho Garcés, ni los de su hijo, García Sánchez, quién habría sido enterrado junto a su padre.

En 1958, el historiador Antonio Ubieto propone una nueva hipótesis. Los documentos investigados por Ubieto mencionan una segunda iglesia bajo la advocación de San Esteban, dónde durante décadas se habrían celebrado misas en recuerdo de este rey cada 10 de diciembre, y a las que habrían acudido la familia real, obispos y otros miembros de la nobleza. Hablamos de San Esteban de Resa, un pequeño templo situado en una villa todavía no localizada, aún por desenterrar, dónde descansarían los restos de padre e hijo, los fundadores de la dinastía Jimena.

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