La tumba perdida del "Destructor de Bárbaros" III - San Esteban de Resa


A orillas del río Ebro, en el término navarro de Andosilla, encontramos este extraño lugar. Conocido en las poblaciones vecinas como "El cementerio de los moros", este escarpe oculta, bajo siglos de inundaciones y desprendimientos, una villa altomedieval dónde podría descansar Sancho Garcés. 

Escarpe de Resa, formado por arcillas, yesos y areniscas.

Una fértil terraza del Ebro

Resulta complicado imaginar una población en las faldas de este cortado, formado en su mayor parte por sedimentos arcillosos muy expuestos a la erosión e inestables. La planicie a la que da paso, si bien es muy fértil, también sería inundable durante las crecidas periódicas del río Ebro. Esto motivará un proyecto en 1979, para la construcción de defensas en su orilla. Los movimientos de tierra realizados darán con una villa romana a casi dos metros de profundidad, evidenciando que este extraño lugar oculta mucho más de lo que parece.

Río Ebro. En ciclos de aproximadamente cincuenta años, se producen grandes inundaciones que afectarían a la villa de Resa. Esta habría estado por lo tanto lo más anexa posible a la pared del cortado.

Actualmente esta planicie esta dedicada a explotaciones de regadío en invernaderos.

La villa romana

En la parte inferior del terreno, lejos del escarpe, encontramos esta villa romana aún por desenterrar. Datada entre los siglos III y IV, bien pudo ser el germen de Resa. Planteada como una fase no prioritaria del proyecto de excavación, hasta el momento sólo ha salido a la luz la planta, y algunos sillares, de lo que habría sido un espacio dedicado a bodega y almacenaje.

Una señal nos recuerda que está prohibido cualquier manipulación de los materiales de la excavación, incluidos aquellos que protegen los vestigios de los elementos, como la lluvia. Planta de la villa romana (Bodega o almacén).

Es posible que, tras la villa de origen romano, la ocupación de este espacio tuviese continuidad con población musulmana, si bien no se han encontrado, de momento, inhumaciones que así lo demuestren.

¿Un origen eremítico?

Las pequeñas cuevas horadadas a treinta metros de altura, en el cortado, alimentan esta hipótesis sobre el origen eremítico de Resa. Estos ermitaños dedicarían su vida a Cristo, emplazándose en incómodos asentamientos, en relativa soledad y en un contexto cultural de cristianismo primitivo. 

Las pequeñas cuevas se encuentran a la derecha del cortado, en dirección al río, a una treintena de metros y sin acceso posible a las mismas. Son 13, y algunas de ellas presentan un alto peligro de derrumbe.

Sin embargo, también sabemos que estos espacios excavados en la roca se destinaban al almacenamiento de alimentos y como espacios de defensa. Su acceso, mediante escaleras de madera, permitían incluso aislar a la población en estos reductos, cuando el enemigo atacaba la ciudad. 

Paredes del escarpe, que nos regalan estos paisajes semidesérticos.

La tercera hipótesis sobre su origen nos lleva de nuevo a Sancho Garcés, si bien no existe prueba alguna de su papel fundacional. Resa podría haber sido una comunidad musulmana, conquistada por este rey en alguna de sus campañas de expansión por el Ebro, y que habría asignada como tenencia. Su situación estratégica, en la frontera natural del Ebro, permitía la vigilancia de su vecina, la Calahorra musulmana.

El cementerio de los Moros

Es habitual estas denominaciones populares para aquellos espacios que presentan vestigios con los cuales hemos perdido una conexión cultural en el tiempo. Sucede lo mismo con las obras de gigantes, en el caso de dólmenes y otras construcciones megalíticas. Hasta ahora se han desenterrado 37 tumbas.

Pequeños barrancos se deslizan por la pared, erosionando sus calizas y arcillas.

La necrópolis de Resa es, hasta el momento, cristiana. Se desarrolla alrededor de una de las dos iglesias con las que, según la historiografía disponible, contaba esta villa perdida. Junto a ella, un lagar en buen estado, dónde se prensaba la uva para obtener el mosto.

Excavaciones de la necrópolis, que se extiende desde la iglesia.

Una pequeña posibilidad

Desde 2018 se están llevando a cabo excavaciones promovidas por el ayuntamiento de Andosilla, y realizadas por la Sociedad de Ciencias Aranzadi. Junto con voluntarios que tratan, en su tiempo libre y bajo la supervisión de los arqueólogos, de conocer mejor su pasado y sus orígenes. ¿Te apellidas Resano? Eres de aquí.

Uno de los barrancos que rompe el farallón. Puede que no fuera una sima la que acabó con Sancho, sino la caída en una de estas gargantas que surcan como cicatrices toda la ribera del Ebro.

Pero seamos honestos. Las probabilidades de que Sancho Garcés I, el "destructor de bárbaros" según las aras mencionadas por Lope de Guillart, se encuentre aquí enterrado son las mismas que tiene Monjardín. Pudo haber sido enterrado de forma temporal, posteriormente trasladado, expoliado,  encontrarse en Deyo o en otro lugar. 

Resa siempre fue una posición fronteriza entre reinos y culturas. Esa inestabilidad política, las crecidas del río Ebro, y los desprendimientos de la pared, serían las causas de su abandono, que se habría producido de forma definitiva ya en el año 1350, tras un derrumbe que destruyó de forma significativa esta villa altomedieval. 

Ya han sacado a la luz la planta de una iglesia, datada entre el 1000 y el 1200. No sabemos si es esa San Esteban a la que se refiere la historiografía existente, y tendremos que esperar más, a que terminen los trabajos, para descartar, como lugar de inhumación, esta villa abandonada desde el siglo XIV, que un desprendimiento del cortado terminó por enterrar hasta nuestros días.

Plantas de la iglesia y lagar, que se encuentran protegidas con lonas hasta la próxima campaña de excavación. Tendremos que esperar para conocer los secretos que esconde este lugar enigmático, y saber más.

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