El hipogeo de Longar

Hipogeo de Longar (Viana, Navarra)

A finales de agosto, El Español publicaba que unos investigadores del Complexity Science Hub (CSH) de Viena habían desarrollado un modelo de simulación para comprobar cómo la guerra en la prehistoria definía un "paisaje de miedo", y el impacto demográfico que esta tenía en un territorio.

Debido a estos conflictos, los grupos neolíticos habrían abandonado las zonas disputadas, con recursos más accesibles, para concentrarse en lugares mejor protegidos, como las cimas de las colinas, construyendo muros y otros elementos defensivos, y generando a su vez un mayor estrés en estas nuevas localizaciones, producto de la superpoblación.

Otro "paisaje de miedo", y no sólo estético. El acceso al hipogeo se realiza siguiendo la línea eólica, junto a sus bases. Al inicio del camino se nos advierte de la posible caída de placas de hielo.

También habrían tenido un papel relevante en la concentración de familias, que terminarían constituyendo unidades políticas y sociales más grandes.

En Navarra conocemos multitud de castros fortificados (o murus), levantados sobre cimas dónde el acceso a recursos como el agua, o a las superficies cultivables, era más complicado. Son testigos mudos de una época violenta.

Hoy visitamos el hipogeo de Longar para contar una de esas historias de terror, que habría tenido lugar entre el 2.630 y el 2.500 a.C.

Cápsula del tiempo

La mayoría de estos megalitos llegan hasta nuestros días expoliados y únicamente son recuperados los restos más pequeños, aquellos que han pasado por alto los expoliadores. En el caso del hipogeo de Longar, una fractura natural en una de las losas de la cubierta habría provocado su colapso, manteniendo su cámara sepulcral sellada durante 4500 años.

Hipogeo de Longar (Viana, Navarra). Sepulcro megalítico subterráneo.

La excavación, y el posterior trabajo de restauración, se desarrolla entre 1991 y 1993. Se recuperan restos humanos de 114 individuos, entre los que se encuentran hombres, mujeres y niños, con una edad máxima de 40 años, y que fueron depositados en posición fetal, con las extremidades posiblemente atadas, hasta el colapso de la estructura, durante un periodo de 130 años.

Panel informativo junto al yacimiento, dónde podemos ver otras estructuras megalíticas navarras, y sus tipologías.

Los cuerpos se depositan en su interior, haciendo previamente sitio, apartando los restos óseos más antiguos, y apilando los cráneos a lo largo de las paredes. Los muertos observan.

Una necrópolis subterránea

Su estructura nos recuerda a los dólmenes de Artajona, con una amplia cámara sepulcral (Casi 5 metros cuadrados y 1,5 metros de altura) a la que se accede a través de una puerta perforada formada por dos losas, y ortostatos a modo de corredor. Su acceso se mantenía normalmente sellado, protegiendo los cadáveres de las alimañas.

La cubierta presenta una "cicatriz" dónde estaba la fractura natural que hizo colapsar el conjunto, que habría sido restaurado durante la campaña de 1993. 

La cámara está excavada en la roca madre, de tipo arcilloso, y el interior se completa con un muro vertical de lajas de arenisca sin argamasa. El conjunto se cubre con dos enormes losas, que juntas pesan casi siete toneladas. Carente de túmulo, lo más parecido a este sería el que enterraba esta cubierta.

Detalle del muro, consistente en lajas de arenisca sin argamasa.

El ajuar es inexistente, sin piezas ornamentales ni cerámicas, más allá de un vaso en mal estado de conservación. Sí se encuentran lascas utilizadas para la siega del cereal, que habría sido cultivado en las inmediaciones. También puntas de flecha de sílex, en concreto 31, estando cuatro de ellas incrustadas en los huesos de sendos individuos.

El paisaje del miedo

El paso de una economía de subsistencia a una de producción conlleva un enorme paso cultural y demográfico. Además de aumentar la población, mejor alimentada, el sentido de la propiedad se agudiza, y los conflictos por el territorio se vuelven más frecuentes entre los distintos clanes y grupos.

Interior del hipogeo, dónde los cuerpos eran depositados.

Los restos óseos encontrados tienen, en el caso de cuatro varones, flechas de sílex incrustadas. De ellos, tres murieron por las heridas infligidas (Correspondientes a incrustaciones en rostro, columna vertebral y hombro). El superviviente habría recibido la herida en una costilla, que termino cicatrizando. Además encontramos otras 27 puntas de sílex en su cámara, que no pueden relacionarse directamente con individuos, pero que nos lleva a pensar que muchos, de este centenar de cuerpos inhumados en esta tumba prehistórica, no habrían tenido una muerte natural.

Podéis ver estas incrustaciones en la Red Digital de Colecciones de Museos de España:


Vista del acceso desde el interior. La puerta estuvo formada por dos losas toscamente perforadas, que dejaban una abertura en forma de rectángulo, y que normalmente se encontraba sellada.

Es un testimonio del clima habitual de violencia en el que viven estos grupos, que ya cultivan la tierra y por tanto la consideran propia, y que no hará sino empeorar conforme avancen los siglos, configurando estos paisajes del miedo.

Paisaje agrícola. Estos grupos ya cultivaban el grano y contaban con molinos de piedra manuales hace 4500 años, cuando ocupaban este territorio del valle del Ebro.

Cómo llegar


Más información

El hipogeo de Longar - Wikipedia

Resumen de las excavaciones arqueológicas (Javier Armendáriz Martija y Susana Irigaray Soto)

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