Dólmenes de Artajona

Al norte de la localidad navarra de Artajona, sobre un cerro lleno de historia, encontramos estos singulares dólmenes. Su construcción, que difiere de los habituales sepulcros prepirenaicos, los convierte en una pequeña joya de la navarra más ancestral.

Dolmen "Mina de Farangortea", junto al parque eólico. 4000 años separan a ambas construcciones humanas, sociedades con necesidades diferentes. 

El Cerco de Artajona (Foto tomada a 2,5 km de distancia, con una Powershot sx540 hs, cámara compacta que nunca me cansaré de recomendar. El resto de fotos se han realizado con una Canon EOS RP). 

Dólmenes de corredor

Habitualmente, los sepulcros calcolíticos que encontramos en esta región de España suelen componerse de las habituales losas laterales, con una gran cubierta que no suele llegar hasta nuestros días. Todo ello sobre un túmulo artificial de rocas. Sin embargo, los dólmenes de "Portillo de Enériz" y "Mina de Farangortea" presentan ciertas innovaciones.

A lo largo del recorrido encontraremos multitud de señalizaciones, siendo muy sencillo encontrar estos megalitos.

Estas tumbas del Calcolítico se encuentran junto a un parque eólico, que altera por completo el paisaje.

Su característica más singular es el uso de losas perforadas a modo de puerta, que junto con losas de cierre, permitirían mantener sellados los sepulcros, y acceder a ellos con facilidad. Aunque no han llegado hasta nuestros días, posiblemente contarían con otra losa superior inversa, y juntas crearían un acceso en forma de elipse rectangular. También cuentan con vestíbulos, que carecerían de cubierta, siendo otra solución no habitual en esta área megalítica. 

Detalle de la puerta, al final del corredor - "Mina de Farangortea".

Espacio donde se apoyaría la parte superior del acceso, en su marco
derecho - "Mina de Farangortea".

Apoyo en el lado izquierdo - "Mina de Farangortea".

Vista del conjunto - "Mina de Farangortea".

Los conjuntos se organizan sobre una zanja abierta en el suelo, a modo de túmulo, lo que no deja de ser una solución arquitectónica más práctica que la construcción de túmulos mediante la acumulación de rocas.

En ambos dólmenes, las losas laterales presentan alturas de hasta dos metros, por lo que, en su interior, era posible estar de pie. Quizá con la finalidad de hacer más cómodos los ritos funerarios - "Mina de Farangortea".

A lo largo del recorrido, tanto en los dólmenes como en otras rocas, encontraremos inscripciones
contemporáneas. ¿La "A" de Artajona?

Otra inscripción moderna, en este caso una cruz.

El ajuar

Como la mayoría de estos sepulcros, los de Artajona han llegado hasta nuestros días expoliados innumerables veces. El estudio de los materiales excavados normalmente se basa en pequeñas piezas, aquellas que se han mantenido ocultas. En estos dólmenes, "Portillo de Enériz" y "Mina de Farangortea", y principalmente en este último, encontramos restos que permiten situarlos durante el Calcolítico (Que en Navarra se sitúa entre el 2.500 a.C. y el 1.800 a.C.).

Conjunto del dolmen "Portillo de Enériz", también de tipo corredor.

Detalle de la puerta, tallada en la roca, y que tendría una sección superior, completando el acceso
- "Portillo de Enériz".

Encontramos puntas de flecha, de sílex y hueso, botones óseos en V, punzones de cobre, cuentas de collar (Muy comunes en el Pirineo occidental) y fragmentos de cerámicas lisas, muy antiguas, pertenecientes a vasos y cuencos.

El poblado de Farangortea

A 150 metros al oeste del "Portillo de Enériz", se encontrarían los restos de un antiguo poblado. Descubierto por J.Maluquer, se trataría de un pequeño asentamiento de cabañas de unos 300 metros cuadrados, correspondiente al Calcolítico. 

Acceso desde el interior - "Portillo de Enériz".

Aquí también podemos encontrar el espacio dónde encontraría apoyo la losa superior, también tallada
- "Portillo de Enériz".

Además de talleres de sílex, se encontraron los fondos de las cabañas, de estructura vegetal. Por el período y los materiales encontrados, correspondería a los habitabs de los constructores de estos dólmenes cercanos. Sin embargo, nos encontramos nuevamente ante este modo de vida difícil de comprender hoy, dónde se destina grandes esfuerzos y recursos a la construcción de estos sepulcros, mientras el grupo se aloja en humildes cabañas. 

Podemos ver a la derecha las losas laterales, que se alzan unos dos metros desde el suelo, permitiendo estar erguido en su interior - "Portillo de Enériz".

Posiblemente, para ellos tiene mayor importancia reivindicar el territorio con construcciones sólidas y perdurables, territorio que guardan sus muertos, mientras ellos mantienen una movilidad flexible por un terreno que ya consideran propio, y que delimitan de alguna manera con estas estructuras megalíticas. Una vez que la tierra empieza a producir tiene dueño y por tanto se defiende. No en vano, el siguiente paso será fortificarse en las cimas durante el Hierro, cuando la población ha aumentado, y la amenaza sobre lo propio es considerablemente mayor.

Castro de "El Dorre"

La explosión demográfica que trae consigo pasar de recolectores a productores de alimentos, las continuas migraciones desde el Este, provocan un fenómeno que vive su máxima expresión durante la Edad del Hierro (En Navarra, del 900 a.C al 100 a.C.), dónde encontramos multitud de asentamientos sobre cimas y colinas fortificadas, muchas veces lejos de recursos como el agua, por lo que podemos presuponer que la amenaza de otros grupos y el conflicto entre ellos ya es continua, y muy real.

La muralla forma una cresta que asciende la pendiente de la colina.

Interior de la muralla. Las losas tienen una anchura considerable, lo que ha permitido que todavía se mantengan en pie secciones de la que, durante el Hierro, protegía el poblado.

Es el caso de este castro, que se encarama en lo alto del cerro, a unos centenares de metros de distancia de los antiguos dólmenes calcolíticos. 

Otra sección del muro.

Se trata de un yacimiento fortificado, que cuenta con una muralla natural, que habría sido ampliada. Posiblemente construido por una población de origen indoeuropeo que, durante estas migraciones lentas pero continuas, habrían traído multitud de innovaciones a este área geográfica, como la sustitución de cabañas por casas, obras de carácter público, como muros defensivos y pozos, cerámicas, nuevas técnicas agrícolas y ganaderas, así como el dominio de los metales.

Hay secciones realmente altas, que todavía se mantienen en pie,
2500 años después.

Desde su cima podían controlar todo el territorio que se extiende hacia el sur, durante una época muy conflictiva, y que obligaba a las comunidades a encaramarse en cerros y colinas.

Estos grupos, que entran en la Historia como íberos en un primer momento (Los griegos denominan Iberia a los dos territorios más distantes del mar Mediterráneo, la península ibérica y el Cáucaso, con el mismo nombre), serán sometidos y convertidos en hispanos tras su conquista por Roma, en su lucha contra Cartago por el dominio del Mediterráneo.

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