Torre de Añués / Dolmen de Aras y grabados rupestres

Volvemos a la Sierra de Peña, dónde visitamos una torre de vigilancia medieval, el dolmen de Aras y los grabados rupestres del corral de Lafita, en un espectacular día de niebla. Incluimos en una misma entrada las tres visitas, que pueden verse sin problema en una jornada.

Fotografía: Amanecer en Lumbier, en el puesto de observación de aves.

Torre de Añues

Conforme avanzamos por el camino la torre empieza a recortarse entre la niebla.
"Adios, la torre de Añués:
muga de Aragón te hallas
y de los Padre Bernardos 
eres de antiguo nombrada
(...)
Adios, torre de Mauleón
que es del Duque de Granada,
Señor-Conde de Javier
y de la Llave Dorada
es caballero Cubierto
que asiste a la Real Sala" 
- J.C. Quintana Martínez, 
Romance de finales del s. XVIII

Considerada una de las fortificaciones más antiguas de la provincia de Zaragoza, la Torre de Añues se alza sobre una pequeña colina, a 515 metros de altitud, en las faldas de la Sierra de Peña.

Camino de acceso, partiendo desde Torre de Peña (Navarra).

Las primeras referencias a este despoblado, con el que comparte nombre, se remontan al año 880, dónde se documentan propiedades del Monasterio de Leyre, donadas por García Iñiguez. En 1136 se realizan diversas obras para fortificar la zona, de forma que podemos presuponer que esta torre cuadrada de cuatro por cuatro metros se construyó en dicho periodo, como torre de vigilancia y defensa ante posibles incursiones del vecino Reyno de Navarra.

Tenemos suerte y, durante las primeras horas de la jornada, nos acompaña la niebla hasta llegar a la fortificación.

Torre de Añués, fortificación del siglo XII.

Se trata de una torre de vigilancia, con almenas y saeteras, sin espacio posible para un uso más allá del defensivo. Anexa a la torre, una pequeña iglesia románica dedicada a San Pedro, cuya techumbre hace tiempo ya que se vino abajo. Todavía conserva los arranques de bóveda y una curiosa cruz en una de las piedras del primer tramo.

Arranque de la bóveda. En él podemos observar, en una de sus piedras, una cruz en posición horizontal. 

Está situada justo en la frontera entre los dos antiguos reinos, como un monumento a la desconfianza entre vecinos, y en su día habría sido más alta. Adquirida por la familia Bonafonte en 1840, durante la Desamortización, antes habría pertenecido, junto con el despoblado, a los señores de Añués. Una vivienda destinada a renteros se adosaría posteriormente a esta, hoy en día también en ruinas.

Puerta de acceso al torreón. Hoy se encuentra sellada con mampuestos.
Da acceso a una escalera de caracol de 41 peldaños, aunque en su día habría sido más alta.

Iglesia anexa dedicada a San Pedro, actualmente en ruinas.

El conjunto de Añués se abandonó durante el siglo XV. En 1610, el geógrafo portugués, Juan Bautista Labaña, registró este lugar como despoblado.

A la izquierda la vivienda adosada al conjunto fortificado.

Contraluz de la torre.

Cobertizo cercano a la torre.

Grabados rupestres del corral de Lafita

Continuamos la visita en dirección este, en búsqueda de los grabados realizados en un afloramiento rocoso, junto a un corral denominado "Lafita".

Conforme avanza la mañana la niebla comienza a disiparse.

Durante el camino hemos observado multitud de grandes losas de piedra, que ahora delimitan piezas agrícolas, y que bien pudieron pertenecer a una estación dolménica más extensa. 

Afloramiento rocoso que presenta las inscripciones.

Un desvío del camino principal, que parece ascender hacia la sierra, nos lleva hasta este antiguo corral, también en ruinas. Detrás de él se encuentra el afloramiento dónde pueden observarse una serie de grabados cuyo origen está en cuestión, ya que no puede determinarse con exactitud.

Detalle de uno de los grabados.

Se baraja la posibilidad de que estos dibujos en la piedra fuesen realizados durante la Edad de Bronce, por los primeros pobladores de esta zona, que levantaron también dólmenes para reclamar su propiedad. Podrían estar representando una escena familiar, siendo las cruces una esquematización de personas. Sin embargo, es sólo una hipótesis que, por desgracia, no podrá ser refutada.

Detalle de los grabados.

Escena completa.

Esquematización, que podría representar a una familia, según una de las hipótesis.

Dolmen de Aras

Paisaje con los Pirineos al fondo.

Cómo ya hemos mencionado anteriormente, en esta zona debió de existir una estación dolménica más amplia. Multitud de grandes piedras han sido extraídas de los afloramientos naturales para después, probablemente, formar parte de dólmenes, y dos mil quinientos años más tarde terminar integradas en el paisaje agroganadero, delimitando las parcelas.

Afloramiento natural junto al camino. A mano derecha encontraremos el dolmen de Aras. Fueron estas canteras naturales de las que se extrajeron las grandes losas que se diseminan por el territorio.

Dolmen de Aras. Se encuentra sobre una pequeña colina, a la derecha del camino.

La cubierta se habría desplomado.

El despoblado de Añués

Si bien en el siglo XVII ya se documenta el abandono de esta zona fronteriza entre dos antiguos reinos, por el estado de las viviendas que vamos encontrando diseminadas a lo largo del territorio, lo más probable es que estas construcciones quedaran inhabitadas durante los años 50.

Las construcciones que vamos encontrando están diseminadas, sin formar un núcleo urbano.

Los últimos habitantes de la vivienda cerraron la ventana antes de
su marcha definitiva.

Detalle de ruinas.

Otro conjunto rural independiente.

Hoy en día la actividad ganadera y agrícola continua.

Cómo llegar

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