El Castillo de Irulegui

Carretera de Aranguren, en el acceso a la localidad de Ilundáin (Navarra).

Situado en el monte Irulegui, dominando desde su cima la Cuenca de Pamplona, esta antigua fortaleza navarra se asienta sobre el corazón mismo del territorio vascón, un yacimiento de la Edad del Hierro dónde se ha desenterrado, de nuevo, la polémica.

Antiguo castro vascón

Cómo sucede con otras construcciones romanas o medievales, el Conjunto de Irulegui tiene su origen en un antiguo asentamiento vascón cuya ocupación nos remonta al Bronce final, hace más de 3.000 años.

La "Mano de Irulegui", como símbolo del conjunto arqueológico. La encontramos al inicio del camino, que nos llevará a los pies del monte, en un camino señalizado desde su inicio en la carretera.

Declarado Bien de Interés Cultural en abril de 2023, el conjunto comprende tanto el yacimiento como el castillo, del cuál tenemos referencias desde el siglo XII, aunque existen leyendas que ya lo sitúan como posición defensiva en el siglo XI, durante las razias de Almanzor (Incursiones militares contra los reinos cristianos lideradas por el militar andalusí desde el año 977 d.C.).

Conjunto de Irulegui. A los pies del castillo encontramos uno de los principales poblados prerromanos de la cuenca de Pamplona.

Se trata de un castro fortificado con una extensión aproximada de diez hectáreas, que habría contado con una muralla de seis metros de grosor. En el se hallan las plantas de viviendas de piedra y adobe, cerámicas, molinos de piedra  e incluso los restos de un bebé de 36 meses, enterrado en los cimientos de una de las casas, costumbre cultural que estaría relacionada con la protección y privacidad del duelo.

Detalle del yacimiento vascón. Su intervención se inicia en el año 2007.

La interrupción de su poblamiento, con indicios de un gran incendio, proyectiles de honda y otras dataciones, parecen confirmar que fue en el año 76 a.C., cuando el poblado fue destruido en el contexto de las Guerras Sertorianas, un conflicto que enfrentó a Quinto Sertorio contra los optimates de Quinto Cecilio Metelo Pío y Cneo Pompeyo Magno.

La mano de Irulegui

En 2022 se descubre en el yacimiento un artefacto de bronce con inscripciones paleohispánicas (Escritura previa a la llegada del latín, introducido por los romanos a su llegada a la península). Se trata de la representación de una mano derecha de unos 15 centímetros de longitud, compuesta de estaño, cobre y plomo.

"Mano de Irulegui" - Autor: Nafarroako Gobernua | Gobierno de Navarra
https://www.navarra.es/eu/-/irulegi-mendian-k.a.-i.-mendeko-brontzezko-esku-bat-aurkitu-dute-eta-orain-arte-ezagutzen-den-euskarazko-inskripziorik-zaharrena-du?pageBackId=363032&back=true

Todavía en estudio, será expuesta en el Museo de Navarra en el segundo semestre de 2024. La inscripción no ha sido descifrada, pero una de las palabras identificadas sería "SORIONEKU", cuya similitud con "ZORIONEKO" (Afortunado en castellano) ha llevado a muchos a la conclusión de que estamos ante el primer vestigio de lengua vascónica, origen del actual Euskera. Sin embargo, muchos expertos todavía se muestran cautelosos e inciden en que aún es pronto para llegar a esta conclusión. Algunas hipótesis incluso la relacionan con antiguas costumbres del todo alejadas de la buena fortuna, cómo representaciones bélicas de manos seccionadas como trofeos, y contextualizadas en esas sanguinarias guerras que terminaron por enterrar durante dos milenios este antiguo muru navarro. 

En cualquier caso seguiremos muy de cerca el desarrollo de la investigación, y albergaremos inocentes la esperanza de que el artefacto no termine convirtiéndose en un arma arrojadiza de nuestros días, utilizada para construir tal o cuál absurda e interesada identidad.

Vistas del valle de Izagaondoa, desde lo alto de la explanada.

El castillo medieval

Al final de la explanada encontramos, al borde de la peña de Laquidáin, uno de los castillos de la red de fortificaciones del antiguo Reyno de Navarra.

Vistas del collado de Laquidáin y el monte Arikita.

Se trata de una fortificación rehabilitada, que nos permite ver su planta e imaginar la imponente presencia y el impacto que este castillo causaría en aquellos que osaban acercarse a él con intenciones poco amistosas. De planta rectangular, además de las torres defensivas en sus extremos, contaba con una torre central de homenaje, pentagonal y cuya forma de proa estaría pensada para minimizar los daños de un ataque frontal de artillería, al impactar los proyectiles en ángulo, causando en sus muros el menor daño posible.

Detalle de una de las torres defensivas. A la izquierda la base de la torre de homenaje, cuya forma de proa desviaría los impactos frontales de artillería, como añadido a la torre en 1416.

Con muros de dos metros de grosor y un perímetro amurallado de 130 metros, se trataba de una posición defensiva relevante. Tendría además, en su parte norte, distintas estancias y capilla. Hoy podemos divisar el territorio desde la base de sus cuatro torreones defensivos, situados en sus aristas. También podemos ver el aljibe a un lado de la torre de homenaje.

En 1494, Catalina de Foix y Juan III deciden inutilizar esta posición defensiva para evitar que los beaumonteses puedan utilizarla a su favor.

Detalle de uno de los torreones defensivos.

Aljibe, en su día abovedado y con capacidad para más de 50.000 litros de agua.

Peña de Izaga, vista desde una de las esquinas.

Torre de Homenaje, y el añadido en forma de proa en su parte delantera.

La parte trasera de la fortificación, protegida por la orografía del terreno, albergaba las distintas dependencias.

Falsabraga, o antemuro bajo destinado a defender la muralla principal.

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