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Fotografía: Monte Ollate, en otoño.
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Visitamos esta estación dolménica, que se desarrolla junto a la Foz de
Benasa (Navarra), en pleno otoño. Continuación de
"Y los muertos lo guardan", el post con el que iniciaba, hace ya algunos meses, este blog
fotográfico.
Se trata de un recorrido largo que tuvimos que hacer en dos jornadas, ya
que estamos en un coto de caza mayor con actividad habitual los fines de
semana. Muy recomendable en otoño, cuando sus hayedos se muestran más
fotogénicos, el territorio fue investigado en los años cincuenta por J.
Maluquer, quién realizo catas en dólmenes y cuevas, revelando la presencia
de poblamiento en la zona ya desde el neolítico.
Lo ideal es ver primero la Foz de Benasa, y después acercarnos en coche hasta Las Coronas, ahorrándonos mucho tiempo de caminata. En el mapa de "Cómo llegar" os indicamos los puntos dónde podéis aparcar.
Sepulcro de la Edad de Bronce
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Camino que nos dirige a la entrada a la Foz de Benasa.
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Nos internamos en la Foz a través de un camino que parte del aparcamiento
junto a la carretera (Tenéis todas las localizaciones en el mapa de "Cómo
llegar") y que termina en la propia boca del conjunto kárstico. Un sendero
que parte de una pequeña catarata nos conducirá a la entrada de la
cueva.
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Boca de entrada a la Foz. Según la época su cauce será impracticable.
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Habitada desde el neolítico (Lo confirman los dos hogares con carbones y
cenizas encontrados en las capas inferiores de las catas) fue utilizada como
cripta funeraria desde la Edad de Bronce, probablemente por aquellos que
levantaron los megalitos que encontramos por la zona.
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Debemos cruzar este pequeño salto de agua. En su extremo izquierdo nace
el sendero que nos llevará hasta la cripta prehistórica.
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Se trata de una cavidad con más de un centenar de metros de desarrollo, con
una entrada complicada que se mantenía sellada, con un pequeño muro de
piedras y una losa de cierre. En su primer tramo es dónde aparece una
extraordinaria cantidad de huesos humanos, antes de su expolio centenares de
esqueletos, de cuerpos que eran depositados cerca de la entrada, y que la
acción del agua terminaba arrastrando a la oscuridad de su interior.
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Boca de la cueva, al final del sendero. Utilizada como sepulcro desde
la Edad de Bronce, tiene un centenar de metros de desarrollo y
diversas cavidades de difícil acceso, con una sima de 18 metros de
profundidad a mitad de recorrido.
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Por desgracia no pudimos acceder a la misma, ya que no contábamos con el
material necesario. Sin duda volveremos. Os dejo un
reportaje de su interior, de la asociación de espeleología Sakon Taldea.
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Muro de cerramiento de la entrada. A lo largo de distintas épocas la
cripta fue saqueada. Hoy se conservan algunos de estos restos humanos
en el museo de Toulouse, extraídos por parte de una expedición
francesa.
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El sendero de acceso a la cueva discurre paralelo al barranco de la Foz.
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Dolmen de Legaroz
Junto con estos enterramientos sepulcrales, habituales en el pirineo,
encontramos también inhumaciones en dólmenes, que parecen delimitar un
territorio que ya tiene dueño, y que será causa de conflicto habitual entre
estas comunidades de la edad de los metales.
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Monte Ollate, cerca del dolmen de Legaroz, dónde se ubica una sima con
casi un centenar de metros que no conseguimos encontrar.
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Placa informativa del dolmen.
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El dolmen está bastante arruinado, conservando parte de sus losas y el
túmulo de piedras.
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Dolmen de Turendo
Sin duda uno de los más fotogénicos que he visitado. Muy recomendable en
otoño o invierno. Gracias a la inclinación del túmulo conserva la cubierta
completa. Estos dólmenes, víctimas de leyendas, han sido saqueados en muchas
épocas históricas. Durante las catas realizadas por J. Maluquer sólo se
hallaron algunas piezas dentales, puntas de silex, o pequeños fragmentos de
cerámica.
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Un sendero que parte desde el dólmen de Legaroz nos llevará hasta un
claro, dónde encontraremos este megalito muy bien conservado, en uno
de sus extremos.
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Placa informativa del dolmen.
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Dolmen de Turendo, en uno de los extremos del claro.
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Dolmen Claverito
Otro dolmen bien conservado, quizás por su localización, un tanto aislada
junto al barranco de la Foz. Presenta una pesada cubierta que todavía se
sostiene sobre dos grandes losas.
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Placa informativa del dolmen.
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Dolmen Claverito. Su localización está bien indicada, aunque en mitad
del bosque, lejos de pastos actuales.
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El sueño de los muertos. Cubierta de Claverito.
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Puntallo de las Capezas
Salimos el bosque atravesando un pequeño hayedo. Cerca de los actuales
pastos del Portillo de Ollate encontraremos este dolmen, muy deteriorado,
con un gran túmulo.
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Vistas desde el dolmen.
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Placa informativa del dolmen.
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Puntallo de las Capezas, rodeado de un gran galgal de piedras.
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Portillo de Ollate
Junto al camino, y a una balsa de agua destinada al ganado, encontraremos el dolmen del Portillo de Ollate. Se encuentra completamente rodeado de bojes y es fácil pasarlo por alto. La señal identificativa del Gobierno de Navarra nos revelará su posición, ya que es imposible detectarlo a simple vista.
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Paisaje en el Portillo de Ollate. Depresión en el terreno. Son
habituales las simas y dolinas, algunas de gran profundidad en este
sistema kárstico.
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Placa identificativa de Portillo de Ollate. |
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Dolmen Portillo de Ollate. |
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Detalle de amanita muscaria.
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Además de dólmenes, encontraremos multitud de setales.
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Setal, en el Portillo de Ollate.
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