El Castillo de Monreal

 

A los pies de la Higa se alza el cerro que albergó la fortaleza.

Siglos de historia nos contemplan desde la cima de este altozano que da nombre a la localidad navarra de Monreal. Coronado hasta 1521 por un antiguo castillo medieval, terminará siendo derruido por orden de Carlos I de España, siguiendo una estrategia de desfortificación del recién conquistado reino. Tras las excavaciones realizadas en 2006 su planta vuelve a ver la luz, de la que fuera, además de fortaleza, residencia de los antiguos monarcas navarros.


De camino al castillo nos encontramos con el acceso al cementerio de la localidad.

Se desconoce su origen, que podría remontarse al siglo IX o X, en un primer lugar como torre defensiva. Asentado sobre un antiguo castro de la Edad del Hierro, junto al río Elorz y de espaldas a la imponente Higa, goza de unas vistas privilegiadas del valle, lo que le confiere un gran valor estratégico  en el acceso a Pamplona. Las primeras menciones datan de 1149, cuando el rey García Ramírez concede a la villa fuero propio, entonces a cargo del noble Jimeno Aznárez. Sus muros han acogido desde el siglo XII a la realeza navarra, que no residía en Pamplona, hogar del Obispo, sino en su red de fortificaciones a lo largo del territorio, en una fórmula de separación de poderes propia del medievo.

Cronología











Fortaleza defensiva

Este tipo de fortalezas eran fácilmente defendibles y no contaban con guarniciones numerosas. En tiempos de paz bastaba una docena de hombres armados, que podía incrementarse hasta la treintena en tiempos de guerra. Su ubicación, en lo alto de un cerro, junto con elementos arquitectónicos defensivos (Torres, barbacana, muros, matacanes …) permitían su defensa con pocos hombres de armas, que generalmente utilizaban ballestas y cañones de artillería para repeler los asedios. Hoy podemos distinguir la barbacana junto con las torres, y el muro norte que también está bien conservado.


De la antigua fortificación sólo quedan los cimientos.

Base de la torre de homenaje.

El muro norte se encuentra bien conservado.

Detalle del muro norte.

Mazmorra

El castillo contaba con mazmorra, denominada "La ciega", por lo que podemos intuir que se trataba de un espacio, o bien subterráneo o bien carente de ventanas y luz. Los documentos conservados también hacen referencia al uso de "cepos" para inmovilizar a los presos, así como al trato que algunos presos sufrían (Principalmente ladrones y otros delincuentes comunes), que eran azotados e incluso desorejados. En la cronología se mencionan algunos presos ilustres que bien pudieron haberse hospedado una temporada en "La ciega".

El aljibe

Pocos restos se han conservado, del que fuera un importante centro administrativo del antiguo reino (Dónde además de residir los monarcas, se despachaban los asuntos del reino, se acuñaba moneda o se impartía justicia). Hoy podemos contemplar, además de las bases de la fortificación, el aljibe. Se trata de un elemento importante en cualquier fortificación, que cumplía la función de depósito de agua y almacenaba también el agua de lluvia (Disponer o no de suficiente agua era determinante durante un asedio prolongado). Se impermeabilizaba con cal, betún y otros elementos, para evitar filtraciones.

El aljibe, actualmente protegido por una jaula metálica.

Detalle del la bóveda de cañón.

Sus muros estaban impermeabilizados. Para ello se revestían con una mezcla de betún, cal y otros elementos. En este caso, podemos ver el uso de teja, lo que le confiere ese color rojizo.

Cómo curiosidad, una de las paredes del aljibe presenta una inscripción, a modo de firma, dónde podemos leer el nombre de; Guillot. Y que bien podría ser de Guillot Dubey, primero lugarteniente y más tarde nombrado alcaide de la fortaleza en 1402.

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